Por: Natividad Medina de Jesús
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Desde aquí, el lugar en el que me encuentro, preparada para dar el salto al vacío, donde el tiempo se paraliza, donde olvido hasta mi propia respiración, donde me vuelvo conciencia plena… donde ella me habla desde lo más profundo y lo más sagrado de mi ser.
Ver desde dentro lo que hay fuera de mí, que todo lo he creado yo desde mi mundo de creencias y de miedos, de búsqueda de seguridades, de necesidades… de sombras… me quedo sin palabras y todo se vuelve asombro al reconocer quien realmente existe en mí… todo mi YO se estremece al reconocer al Dios que SOY.
Saber y sentir que Soy templo de Dios, que El habita en mi propio Ser, que es El quien fluye por mis células, por mi piel, por cada miembro de mi cuerpo. Reconocerlo tanto en el silencio del universo como en el silencio de mí interior, dejar que me inunde su conciencia, sentir la paz profunda de saber que todo está bien, que Él es uno conmigo.
Mi ser queda transformado, ya no hay miedo, ya no hay dolor, ya no hay muerte, solo siento que mi conciencia se expande y mi espíritu vibra en el amor. Un amor no humano, un amor que es un estado energético donde todo está en increíble calma, donde el conocimiento se ilumina y se abre a la Verdad y la Verdad libera de toda carga, suelta las amarras del ego, rompe con las ataduras emocionales y da vida al propósito del alma.
Abrir mis brazos y mi corazón a resurgir de mis propias cenizas, de mi propia oscuridad, atravesar mis temores paso a paso, sentir la brisa de aire fresco que me acaricia suavemente el rostro, confiando en que es mi alma quien me lleva sobre su regazo.
De la amada Presencia de Dios, sólo sé que es más sabia que yo, que su horizonte es más amplio que el mío, solo se que me intuye y yo la intuyo y que quiere jugar conmigo a que sea feliz.
Voy a permitirme cada día, cada hoy, quererme como el Dios que soy, quererme como la fuerza arrebatadora del universo que enamora, que atrae…que es Luz. Voy a permitirme volar bien alto, tan alto que mis sueños bajen a la tierra y se hagan realidad…Voy a permitirme seguir caminando sin mochilas cargadas de miedo, solo con mi alforja recargada de vida y risas…
Voy a permitirme mirar al mundo sin juicios, sin barreras, sin límites, entusiasmándome por cada cosa, por cada persona y por cada situación que se haga presente en mi realidad. Voy a permitirme recibir todo lo bueno del universo, porque mi Dios es abundante, mi Dios es maravilla, mi Dios es increíblemente grandioso…no puedo esperar otra cosa de mi Padre.
Voy a permitirme SER una pequeña diosa como Jesús nos dijo: “Pequeños Dioses sois y cosas más grandes que Yo haréis aún”. Voy a permitirme volver a ser una niña que vive en su REINO SAGRADO que no es otro que el CIELO en la TIERRA.
Por: Natividad Medina de Jesús
Colaboradora de Ciencia Cósmica