Siente a Dios, el éxtasis divino

Siente a Dios

Hay vida más allá de nuestros ojos, más vida de la que nosotros nos podamos imaginar. Algo grande puede estar a punto de suceder. A cada paso, a cada suspiro, después de cada desengaño, después de cada lágrima, después de cada desgarro… cuando traspasas el velo del dolor, de la tristeza y abres la puerta de tu corazón y dejas ir los pensamientos que lo hieren, ALGUIEN comienza a tocar las cuerdas de tu alma, tirando de ella con pequeños impulsos de suave pizzicato, un mágico latido empieza a resonar dentro de ti y a vibrar en lo más profundo de tu ser… un nuevo ritmo se libera en tu alma y es entonces cuando todo empieza a diluirse, ya no importa nada, todo pierde su poder y este regresa a ti como la energía más sagrada.

Sólo existes tú y el mundo, ALGUIEN te abraza, te libera, te acaricia, te besa, te atraviesa, todo tu cuerpo se remueve, se conmueve y se transforma en una maravillosa explosión de vida, de notas que resuenan dentro de ti con una intensidad tan extraordinaria que te vuelves del revés. La pasión se vuelve indescriptible, sin palabras para expresar lo que el alma siente, es como si Dios la desnudara e hiciera el amor con ella, el éxtasis es tan íntimo y tan sublime que cada célula y cada átomo de tu cuerpo sintieran la esencia de su ser. Tu alma enloquece con cada nota, con cada reverberación, con cada emoción, sientes el placer de sentirte viva, de saberte grande, de sentirte una con Él. Es Dios cubriéndote de amor.

Vuelves a estar Aquí, presente, a sonreír, a expandir las alas, vuelves a danzar, vuelves a tener ganas de vivir, de crear, de sentir, de soñar.

Qué maravilla, que regalo divino, la gracia de Dios.

Natividad Medina de Jesús