-Ana a su alma:
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Mi querida Alma, te escribo a tí, si, a tí. Hace tiempo que no me siento a tu lado, hace tiempo que me olvide de tí, se quien eres, pero no he dejado de hacer cosas y de poner excusas para verte, para encontrarme contigo. Te hablo con el corazón roto, por que se que hace tiempo que me estabas esperando y sabías que vendría así, con el alma herida y bañada en lágrimas. Aquí estoy, no puedo más, no tengo fuerzas ni para hablar, ya lo se todo, ya lo he sentido todo, ya he sufrido y experimentado el mayor desconsuelo y sobretodo, perderte a tí. Nada ni nadie me ha causado dolor, solo yo lo he permitido, me he dejado llevar por mis ilusiones y me he dado una y otra vez con la misma piedra. Aún no he aprendido, insisto e insisto cuando las cosas no pueden ser como yo quiero y me aferro a ellas y no puede ser así, por lo menos ahora no puede ser así. No me doy cuenta de que la vida me pone delante una vez tras otra la misma situación, que no es por ahí el camino, aunque me duela, veo que hay un muro que no puedo saltar, ni atravesar, ni cambiar de sitio…hay un muro que no he puesto yo, que no es mío, que quiero inevitablemente hacer que desaparezca pero lo que no veo es que la que tiene que irse soy yo y cambiar de dirección para poder dejar a un lado lo que no puedo comprender, lo que aún no estoy preparada para amar, lo que aún no está preparado para mí.
-Alma de Ana:
Mi querida Ana, no pierdas más tiempo aquí, no pierdas más tu sonrisa, tus ganas de dar, de regalar pasión, de entregar tu corazón, tus ganas de sorprender, de vivir, de vibrar, no desperdicies tanto amor.
-Ana:
Necesito que vengas a socorrerme, que vengas en mi auxilio, que me saques de esta locura que me arrastra, sácame de este valle de lágrimas. Necesito que me cuides, que me recuerdes quien soy, que me vuelvas a iluminar con tu luz, ábreme camino por donde quieras, deslúmbrame de nuevo y hazme vibrar y subir al cielo, al cielo que tú y yo conocemos. Ayúdame, rompe las amarras, abre mis alas para volar, haz que me rinda, hazlo por mí.
-Alma de Ana:
No puedo Ser si no me lo permites, no puedo hablarte si no me escuchas, no puedo hacerte sentir si estas desconectada de tu centro, que soy yo. No te preocupes ahora por nada, yo estoy aquí para llevarte, para abrazarte en medio de tu dolor, cierra los ojos, descansa en mis brazos, confía en mí, confía.
-Ana:
Tengo miedo, siento un profundo dolor, libérame por favor de esta batalla, se que tengo que saltar, lo se pero estoy bloqueada, paralizada, asustada, quiero y no puedo, me siento morir.
-Alma de Ana:
Solo tu puedes, solo tu poder y el poder que Yo Soy y que está en Ti puede liberarte, solo tu fe y confianza, como hizo Jesús, sólo eso puede transformar tu vida y hacerla resucitar de nuevo. Siénteme en tí, agárrate fuerte a mí, que vamos a volar… el salto te producirá vértigo, fatiga, miedo… pero en unos segundos… todo será calma y empezarás a revolotear por tí misma. Comenzarás a respirar, como si acabaras de nacer, sentirás el aire en tus pulmones y podrás apreciar el frescor de la vida, verás como tus alas empiezan a expandirse y se mueven por sí solas y hasta el viento soplará a tu favor, verás desde la altura, desde otra perspectiva y te emocionarás… porque te llegará la luz más deslumbrante del universo, mi luz, que es la Luz del Dios que eres y que llevas dentro… y entonces no necesitarás comprender y ya no sufrirás, sólo existirá una paz infinita en tu interior y sabrás que hiciste lo que tenías que hacer… vivir la vida con las alas bien abiertas, respirando a pleno pulmón y con las lágrimas saladas de sentir la mayor y más plena felicidad, sentirme de nuevo, sentirte a tí, que Soy Yo.
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-Ana:
Gracias alma mía, que así sea.
Natividad Medina de Jesús