La prosperidad verdadera
Amados estudiantes de la Luz, toda verdadera prosperidad es una manifestación de la Magna Presencia YO SOY en el mundo de quien la invoca. Nada hay fuera del individuo que le proporcione riqueza, abundancia o logro, si no es por medio de la energía calificada armoniosamente que él mismo ha invocado y dirigido con sabiduría. El oro, los recursos, las oportunidades, las ideas, todo cuanto conforma lo que el mundo llama prosperidad, es una sustancia de Luz que responde al Llamado del corazón sincero y constante.
La Presencia de Dios en cada corriente de vida es la Fuente de todo suministro. Cuando el estudiante reconoce esa Verdad y actúa de acuerdo con ella, deja de depender de condiciones externas y de las fluctuaciones del mundo humano. Ya no espera “mejores oportunidades” ni “golpes de suerte”, porque ha comprendido que la Ley responde a su aplicación, y que la prosperidad es el resultado de calificar armoniosamente la energía de vida en sentimiento, pensamiento, palabra y acción.
Los Maestros han enseñado que la primera acción necesaria para abrir las puertas del suministro ilimitado es la gratitud. La gratitud constante, viva, sentida, por todo lo que ya se posee, es la señal de que el individuo está capacitado para recibir más. Donde hay queja, crítica, temor o impaciencia, la corriente de energía se cierra y no puede fluir el bien.
La verdadera prosperidad no se persigue, se reconoce. El estudiante no corre detrás de las condiciones materiales. Vuelve su atención a la Presencia, hace su Llamado con alegría, y sostiene la armonía invencible mientras la sustancia de Luz actúa. No hay poder humano que pueda sostener la riqueza legítima si no está fundada en esta Ley de Vida. Por eso, todo aquel que desee manifestar prosperidad duradera, debe primero aceptar y reconocer que ya está contenida en su Presencia YO SOY.
Fundamentos del suministro
Para que la energía de la Presencia pueda manifestar el suministro en el mundo externo, es necesario que haya un canal limpio, armonioso y firme. Ese canal lo constituye el cuerpo emocional del estudiante. Por ello, el primer requisito para que el suministro fluya libremente es la armonía en los sentimientos. Nada aleja más rápidamente la provisión que la duda, el miedo, la impaciencia o el juicio.
El estudiante debe ser un guardián constante de su mundo emocional. Cada pensamiento de escasez, cada palabra de carencia, cada sentimiento de limitación, es una orden dada a la energía de vida para que cierre el suministro. Por el contrario, cada afirmación de la Presencia, cada decreto de prosperidad, cada expresión de gratitud, abre de par en par las puertas de la abundancia divina.
La pureza de intención también es fundamental. Los Maestros han dicho que la provisión se libera con mayor rapidez cuando el propósito de su uso es constructivo, impersonal y armonioso. No se trata de acumular para beneficio propio, sino de convertirse en un canal de bendiciones para otros. Aquello que se busca con propósito puro, llega con rapidez. Pero lo que se busca por ambición personal no es duradero o se retira, porque no está en sintonía con la Ley.
El Llamado debe ser hecho con determinación. La Presencia no responde a pedidos vacilantes. El estudiante debe afirmar con fe: “Magna Presencia YO SOY, manifiesta Tu suministro perfecto en mi mundo ahora. Abre las puertas visibles e invisibles para que todo lo necesario fluya con Amor, Paz y Abundancia”. Y tras el Llamado, debe actuar con certeza, sabiendo que la Ley está en marcha.
La acción externa también debe acompañar el decreto. La prosperidad no se queda en lo invisible. Se precipita a través de ideas, oportunidades, personas y servicios. El estudiante debe estar atento, receptivo, dispuesto a moverse, a servir, a expandir el bien. No debe limitar a la Presencia con ideas humanas, sino dejar que Ella actúe como sea necesario.
La constancia, el ritmo y el servicio expanden el suministro
La energía responde al ritmo. Los Maestros han enseñado que la constancia en la aplicación es el secreto de todo logro. No basta con hacer un decreto un día y esperar el resultado al siguiente. Es el ritmo diario, el hábito construido con devoción, lo que abre el flujo continuo del suministro divino. Cada mañana debe comenzar con un Llamado a la Presencia por la provisión perfecta, y cada noche debe cerrar con gratitud por lo recibido.
El suministro también se sostiene por el servicio. La energía que se usa para bendecir a otros retorna multiplicada. Aquel que comparte desde el corazón, que apoya, que sirve sin esperar retribución, abre grandes puertas para la llegada de mayores recursos. La Ley es matemática, y nada de lo que se da con amor se pierde.
Es importante recordar que la prosperidad no es solo dinero o posesiones. Es paz mental, salud, relaciones armoniosas, tiempo bien utilizado, energía vital. Es el orden divino manifestado en todos los aspectos de la vida. Y todo eso se sostiene únicamente por la atención en la Presencia, la armonía en los sentimientos, y el uso constructivo de la energía.
Amados, que no haya más pensamientos de carencia en sus mundos. Que no se pronuncien más palabras de limitación. Que cada célula, cada átomo y cada sentimiento estén cargados con el reconocimiento de que la Presencia YO SOY es el único poder hacedor y precipitador de todo el bien en todo el universo. Afirma:
“YO SOY la Abundancia de Dios en acción en mi mundo ahora y por siempre”.
Allí está la verdadera riqueza. Allí está la única fuente. Allí está el poder que nada ni nadie puede detener.