La generosidad y el amor incondicional de la Tierra hacia todas sus criaturas no tienen límites. Plantamos una pequeña semilla de manzana en la tierra. Esa pequeña semilla se convierte en un árbol en unos años y produce miles y miles de manzanas año tras año. Y todo eso de una semilla pequeña, que a veces se siembra sola.
Cuando en el otoño las manzanas maduran con su carne fragante, jugosa y crujiente, comemos hasta que nos lo agradece el corazón. El árbol no conoce la discriminación, no hace preguntas. Rico o pobre, santo o pecador, filósofo o payaso, abeja o pájaro, todos y cada uno pueden recibir el fruto libremente. ¿Qué más podemos sentir sino agradecimiento? Y desde esta gratitud fluye humildad, ya que la arrogancia nace de las quejas y las críticas.
La Madre Tierra, como expresión de la Vida Divina, no es más que un ejemplo de la generosidad infinita del Universo. Así como el árbol de manzana no discrimina, la Naturaleza tampoco retiene nada. Ella se entrega sin condiciones, sin importar cuán conscientes seamos de sus dones o cuán agradecidos seamos en respuesta. Este acto constante de dar y nutrir es un reflejo del Amor Divino que fluye a través de toda creación.
Ustedes, estudiantes de la Luz, deben aprender a reconocer y a vivir en constante gratitud hacia esta fuerza vital. La gratitud es una de las cualidades más elevadas que pueden expresar, ya que conecta su ser externo con la Plenitud de la Presencia YO SOY. Cuando se vive en gratitud, el corazón se abre para recibir aún más bendiciones, y la energía divina puede fluir libremente en su vida. La gratitud es el puente que les permite experimentar la abundancia infinita de la Vida.
Decreto: “Amada Presencia YO SOY, te doy gracias por la generosidad infinita de la Naturaleza. YO SOY la Gratitud que abre las puertas a la Plenitud y a la Abundancia Divina en mi vida.”
Así como el árbol de manzana no retiene su fruto, tampoco debe el ser humano retener la gratitud. El acto de agradecer permite que la energía de la vida circule libremente, trayendo consigo más manifestaciones de abundancia, paz y armonía. Al reconocer con humildad los dones que la Naturaleza les brinda, ustedes están en perfecta sintonía con la Ley Divina del dar y recibir.
Decreto: “YO SOY la Gratitud en acción. YO SOY el flujo ininterrumpido de la Vida Divina en mí, agradeciendo cada don de la Naturaleza y de la Vida.”
La Naturaleza, amados, no conoce de quejas ni críticas. Cada hoja, cada fruto, cada gota de lluvia es parte de un plan perfecto que trabaja en total armonía. Cuando ustedes se alinean con esta armonía, liberan cualquier apariencia de limitación o carencia en su vida. La gratitud no solo es un reconocimiento del bien recibido, sino también un poderoso imán que atrae más de lo mismo. Ustedes tienen el poder de bendecir todo lo que la Tierra les ofrece, elevando su vibración y entrando en una mayor comunión con la Naturaleza y con la Presencia Divina.
Decreto: “YO SOY la Armonía de la Naturaleza manifestándose en mi vida. YO SOY la expresión de la abundancia infinita de la Vida en acción.”
El acto de sembrar una semilla es un símbolo perfecto de fe y confianza. Ustedes no cuestionan si la semilla crecerá o si dará fruto; confían en que la Naturaleza cumplirá con su propósito. De la misma manera, al sembrar pensamientos y sentimientos positivos, al llenar sus corazones de gratitud, pueden estar seguros de que las bendiciones y la abundancia crecerán y se manifestarán en su vida.
Decreto: “YO SOY la Presencia que siembra gratitud y amor en la Tierra. YO SOY el fruto perfecto de la Luz Divina manifestándose en mi vida.”
Que la gratitud hacia la Naturaleza y todo lo que ella les ofrece sea una constante en sus corazones, amados. Recuerden siempre que ustedes son parte de este ciclo divino de dar y recibir, y que en la medida en que agradezcan y bendigan lo que tienen, más recibirán de la Vida misma. El árbol de manzana sigue dando, año tras año, y la Naturaleza continúa proporcionando incondicionalmente. Que esta verdad resuene en sus corazones, y que cada uno de ustedes sea un canal de esa misma generosidad, tanto hacia la Naturaleza como hacia sus semejantes.
Si el arbol no discrimina
Es verdad, al Padre Celestial y toda su creación debemos agradecer día tras día y no quejarnos tanto, si examinamos nuestro comportamiento nos daríamos cuenta que somos un paquete de quejas, a toda hora nos quejamos por una y otra cosa, y sino juzgamos, pero nunca estamos conformes con la vida olvidándonos que la vida nos la ofreció DIOS para que aprendamos a ser mejores. En resumen no es DIOS el que tiene que mejorar ante nosotros, sino nosotros mejorar ante EL.
gracias !!!!
ME GUSTA, LLEER TODO TIPO DE REFLEXION., ME RELAJAN.¡¡¡