Es imposible hacerle demasiado énfasis sobre la necesidad de aquietar la acción vibratoria de los cuerpos internos, al estudiante que tiene intenciones de elevarse por encima de la conciencia del ser externo.
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El movimiento rápido y errático de los diversos vehículos a través de los cuales opera el alma, hace que sea casi imposible que las direcciones claras y concisas de la Presencia se anclen en la conciencia con la suficiente intensidad para promover la acción de una naturaleza constructiva que sea consistente y permanente.
Todos ustedes han pasado por la experiencia de tratar de hacerse escuchar en medio del parloteo de voces en un gran salón. Esta es la posición del Ser Crístico, que espera cortésmente la oportunidad de alcanzar la mente externa y permitirle a la personalidad cooperar con la realización del Plan Divino de dicha persona.
El aquietamiento de la mente, de los sentimientos y del cuerpo físico, siquiera durante algunos momentos varias veces al día, es una práctica recomendable para quien aspira a la Maestría.
Diario del Puente – Pablo El Veneciano