Estar aquí y sentir el llamado a conocer por si mismo, lo que es verdaderamente vivir la vida y dejarse fluir por ella, tal como el polen se entrega al viento y como los pétalos a las gotas de rocío al amanecer, es una bendición.
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En la majestuosa creación de la que se es partícipe, no hay nada que estremezca más la conciencia y que penetre hondamente en el espíritu, que la realidad descubierta con el alma.
La Gran Inteligencia se encuentra en esta vida y se muestra a través de dos planos, uno de los cuales es el reino físico, donde se aprecia este entorno majestuoso que se puede ver con los ojos, el mismo en el cual el ser humano existe e interactúa, conformado por lo visible y tangible y el otro, es el espiritual, el que nos permite sentir todo lo que observamos con pasión y amor. Esta fusión forma parte del cosmos en donde surge la vida.
En este hermoso sendero es preciso caminar sintiéndose ligado a la sustancia viviente, que es el espíritu, cuya magia y sacralidad no sólo ilumina y transporta, sino que se va reflejando en cada paso, que definitivamente llevan ese sello indeleble de profunda conexión con la tierra y el cielo. Esta es una manifestación extraordinaria de cómo el espíritu puede ser acariciado y enriquecido por el sublime contacto entre el cuerpo y el alma, porque ella misma se compone de un cúmulo de episodios impregnados de lo esencial.
Entonces como no poder sentirse privilegiado de ser parte de esta universalidad sagrada y establecer el contacto directo con lo místico al mirar el cielo estrellado en las noches y luego en el amanecer respirar la brisa impregnada de suaves fragancias, permanecer quieto observando cómo las flores parecen adquirir vida propia con sus tonos multicolores, en la cual cada pétalo trae matices acariciadores para las miradas. Como no apreciar la belleza de las formas y colores de la naturaleza, ser tocado por los rayos del sol y ser receptores de la iluminación cada día.
Vivir es impregnarse profundamente de la energía invisible de la creación, es reflexionar y profundizar acerca del maravilloso milagro que se experimenta, sintiendo en el alma el verdadero júbilo que no se puede explicar, que se vive y se siente con la fina percepción y agudeza visual que se despierta. El silencio espiritual invita a la reflexión a cada momento y es el instante íntimo donde se desarrolla la fina percepción de lo que se observa. Entonces surge la inquietud acompañada del susurro avasallante de la mente que se enfrenta a la gran disyuntiva: se puede vivir de acuerdo al vaivén del viento, es decir en la voluptuosa circunstancialidad de lo superficial o en la calmada meditación de la profundidad que consolida el tiempo. Podemos perder la memoria pero jamás lo divino.
Vivir es una aventura fascinante que se descubre con la exquisita comprensión y el dominio de la mente para dirigir la voluntad. Vivir aquí en la tierra es sentir pasión por el saber acerca de la existencia y caer rendido ante la belleza que despues de parecer oculta se revela suavemente, que finalmente enamora y cautiva.
Vivir es amar con pasión y comunicarse en una melodía, en un poema silencioso que describe los anhelos que yacen profundamente, sabiendo que sólo después de haber franqueado todos los obstáculos, es posible evocarlos y proyectarlos a la realidad desde las profundas moradas espirituales.
Vivir es entrar en profunda conexión interna, descubrir la majestuosidad del único Espíritu impregnado por doquier, contemplar, establecer un vínculo con la naturaleza y respetarla.
Vivir es estar conectados en la distancia y habitar en la dimensión que permite la comunicación en silencio con lo íntimo e invisible de cada cosa, en una visión trascendente, mística y meditativa que otorga, da sentido, objetivo y pasión a todo.
Vivir es desarrollar un corazón sensible y fértil para descubrir, buscar y abrirse al propósito de trascender, conocer y perfeccionar la manera de amar, aceptar y relacionarse con el mundo y la gente.
La Vida intenta llevar al ser humano a lo místico, al sentimiento profundo mas bello, a disfrutar de los dias luminosos, a desplazarse por una suave alfombra de hierba oyendo el acompasado latido del corazón y lo invita a abrirse a nuevas posibilidades para no caer en la resignación, valorando, cuidando todo lo que lo rodea, y también a ver el real sentido y significado de lo que experimenta, sintiendo el deseo y curiosidad de ser parte en la armonía y equilibrio del mas exquisito entorno lleno de magia y sabiduría.
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¡La vida es una aventura imperdible!
Por Marisol Garrido
Hermosa y sagrada en verdad