En todos vosotros habita una llama, una aspiración divina, y aunque ésta sea muy débil, tenéis el poder de alimentarla para que se convierta en una hoguera gigantesca. Cuando empecéis a sentir esta llama arder en vosotros, sed prudentes y no la expongáis a cualquier corriente de aire que pudiera extinguirla. Es decir, no frecuentéis a cualquier persona, ni leáis cualquier cosa, no vayáis a cualquier espectáculo: escoged buenos alimentos para el corazón, para la inteligencia y para el espíritu, alimentos que os refuercen interiormente. Cuando seáis verdaderamente fuertes, podréis hacer frente a todo, y las mismas condiciones o encuentros que antes os hubieran destrozado aumentarán, por el contrario, vuestra luz y vuestra paz. Cuando una llama halla suficiente alimento para convertirse en una hoguera, el viento ya no podrá apagarla. Al contrario, aún la avivará más.
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Omraam Mikhaël Aïvanhov
Reflexión:
La llama interior requiere de nuestro cuidado. Puede crecer hasta alcanzar una gran fuerza y ser fuente de luz y calor. Pero puede también extinguirse.
Hoy, muchas de los reclamos del mundo exterior, sofocan la llama antes de que pueda surgir. También nuestro ego la sofoca, no le interesa para nada que viva.
Por eso es tan importante estar atentos cuando el Ser, cuando el Alma, nos llama, nos habla y toca muy sutilmente nuestra puerta, y es entonces cuando hay que estar atentos para abrir.
La llama empieza entonces a crecer, si dejamos que el Ser nos habite realmente.
Nos habla Aïvanhov de la posibilidad de aumentar nuestro estado vibracional hasta que nuestra materia exprese también la divinidad.
Ese es el destino evolutivo: aflorar nuestra divinidad, en esta tierra.
Todo pensamiento y trabajo hacia lo alto colabora a esa tarea.