No eres los pensamientos, eres el espacio desde el cual surgen los pensamientos.
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¿Y qué es ese espacio?
Es la conciencia misma. La conciencia que no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma. En esencia somos esa conciencia sin forma que está detrás de los pensamientos. Pero para experimentarlo es necesaria una experiencia de quietud interior. Si yo tengo solamente un momento en el día de quietud alerta que me da un sabor de lo que es, ya entiendo lo que es la conciencia, más allá del pensamiento. Una persona que no tiene ese momento, ni siquiera un momento, no puede entender nunca de qué estamos hablando ahora. No lo entendería.
Ser capaces de experimentar aunque sea por un momento muy pequeño lo que significa estar sin pensamiento y al mismo tiempo ser plenamente consciente. La mayoría de la gente no se da cuenta de que incluso en un día normal, siempre hay intervalos muy pequeños entre dos pensamientos en algunos momentos. Las personas que no tienen esos intervalos enferman psicológicamente, pero si todavía en tu vida existe de vez en cuando la alegría del ser o el amor, la comprensión o la belleza, si respondes interiormente a algo que es bello, eso significa que hay esos intervalos porque es allí donde únicamente surgen. Los pensamientos no pueden reconocer lo profundo que es algo bello o sagrado. El amor o la compasión no vienen a través de los pensamientos, vienen de una dimensión más profunda, y quien que no tiene acceso a esa dimensión nunca experimenta la belleza, amor, compasión o una alegría más profunda del ser que es aquella que permanece.
Estamos aquí para que la conciencia pueda florecer a través de esta forma y desde ese espacio entrar en el mundo de las formas para transformarlo. El propósito de la vida, en lo profundo, es ser como una puerta para la dimensión sin forma, que entonces entra en el mundo de las formas y convierte el mundo en algo que ya no es hostil, en algo hermoso.
Lo que uno experimenta como la vida exterior, las situaciones que uno encuentra, las cosas que pasan, las relaciones que tiene, es decir, el modo en que la persona experimenta la vida, es siempre un reflejo de su conciencia, de su estado interior, del estado de la mente.
Si una persona se hace consciente, es capaz de ver que dentro de sí existe lo que proyecta al exterior y lo que percibe del mundo es lo que es en su interior, entonces empieza la transformación. La consciencia está en la simplicidad del momento presente, y en el espacio sin pensamientos.
Cuando los espacios de silencio entre pensamientos aumentan, la paz y la quietud se instalan en nuestra vida, inclusive si algo no va bien.
El estado de paz siempre ha permanecido en nuestro interior, pero está cubierto con el ruido mental continuo, eso significa moverse por la superficie de la vida sin nunca ir más profundamente. Una vida de ese modo se hace muy insatisfactoria, siempre hay sufrimiento. Si tu vida se desarrolla solamente en la superficie del ser, que es cuando te identificas siempre con los pensamientos, entonces le falta la profundidad y se acumula sufrimiento.
La vida es muy simple, cuando la atención está en la simplicidad, en el momento presente, esto quiere decir en la consciencia. La consciencia está en la simplicidad del momento presente, ese espacio que quiere capturar tu impresión, tu asombro, tu presencia, en el cual eres la expresión de la consciencia manifestándose, y es cuando te has trasladado a una dimensión atemporal, sin pasado, sin futuro, un ahora que permanece, que es cuando recién eres consciente de la vida.