Tú mi Dios, principio y fin, alfa y Omega, danza perfecta entre la luna y el sol,entre mares y desiertos, entre estrellas y universos.
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Tú mi Dios, que lo eres TODO,que todas las cosas nacen y mueren en Tí. Ya no tengo miedo, traspasé la oscuridad de la noche cogida de tu mano, me desnudé, me desprendí de mis tapujos e inevitablemente entré en tu Reino, limpia y transparente como la sonrisa de un niño. Calmaste mi angustia de un soplo, secaste mis lágrimas con tus besos y me envolviste del frío con tu paz infinita.
Nada es necesario, solo Tú, solo Yo, siendo los dos la misma música, al unísono, sonando en la misma frecuencia, vibrando en la misma onda…fluyendo, siendo, respirando. Ya no hay más centro en mi vida que no seas Tú, que no sea Yo, ya no hay viento desconocido que avive mis alas que no sean mis sueños, ya no existen impulsos que no sean mis propios latidos, ya no hay silencios estremecedores que no sean los que busco para Tí, ya no hay mareas desbordantes que no sean para llevarme de nuevo a mi calma, ya no hay cielos oscuros en mis noches sin millones de estrellas iluminando mi alma…Ya no…
Vibrar, vibrar con la energía de la vida, con el aire fresco que roza mis cabellos, sonreír al mundo que soy afortunada y agradecer con el corazón y el alma abierta a mi Dios interior que todo lo que hay dentro es afuera, que todo lo que canta mi ser se vuelven notas de pura melodía y éxtasis, donde no hay límite entre la vida y la muerte, donde sobrepaso la realidad temporal de la tierra y me elevo más allá del universo. Toda la realidad se transforma en magia y vuelvo a descubrir que mi Dios eterno e infinito, mi Dios fiel, todopoderoso, me enseña que mi vida aquí es sagrada y divina y que El vive y habita en mí.
Natividad Medina de Jesús