A los niños podemos educarlos espiritualmente, igualmente podemos dejarnos educar espiritualmente por ellos.
Cuando ellos llegan al mundo, existe un millón de posibilidades y de experiencias que se pueden crear en sus vidas, todo depende de los adultos que están cerca de ellos, de la comunicación que tienen con ellos y de los mensajes que reciben.
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En sus primeros días de vida, en especial al momento de su llegada al mundo, ellos necesitaban escuchar palabras cálidas que les den la bienvenida, saber que eran esperados y amados. Todo bebé va construyendo la base de su autoimagen, según los sentimientos y pensamientos que su madre tenga a cerca de él. Todos los bebés necesitan ser amados incondicionalmente, aceptados y admirados. Necesitan que todas sus necesidades se satisfagan en el orden y en los momentos correctos.
Los bebés necesitan estar en contacto físico con su madre todo el tiempo, ser arrullado, abrazado cargado y acariciado lo más posible.
Ya en sus primeros años de vida, cuando van construyendo sus primeras frases al hablar, van incorporando creencias acerca de sí mismos y de la vida, es por eso que un adulto debe ser muy cuidadoso con lo que dice al niño. Este es un periodo en el que se puede sembrar éxito y felicidad en la vida de un futuro adulto. Incorporando creencias como:
De identidad:
- Soy un ser Divino
- Yo soy bueno
- Soy capaz
- Soy valioso
- Merezco amor
- Merezco prosperar y ser feliz
- Puedo desarrollarme y ser lo mejor de mí mismo
Sobre la vida:
- La vida es maravillosa
- Uno puede construir su felicidad
- Hay millones de posibilidades para crecer y prosperar por todas partes, sólo es necesario ser creativo
- Hay gente muy buena en este mundo
- Es fácil vivir si aprendes a dar lo mejor de ti
- El amor es una bendición
- Uno puede ser feliz
- Los amigos son un tesoro
Todo niño también necesita recibir de sus padres amor incondicional, valoración, aceptación y apoyo. Para un niño, sus padres son las personas más fascinantes del universo.
Todo niño nace con un potencial amplio y sólo depende de los adultos que lo rodean para utilizar éste y hacerlo crecer, o minimizar sus posibilidades. Como Padres es importante tomar conciencia que cada gesto y cada palabra puede impactar positiva o negativamente la vida de los niños, ya que todo va quedando plasmado dentro de él.
Los niños son nuestros maestros porque a través de todas las cosas que ellos nos muestran como problemas, como cosas que a los adultos molestan, como trastornos que mejorar en ellos para que funcionen “bien” dentro de lo esperado, son en realidad cosas que hay que solucionar en nosotros mismos. Solo así podríamos realmente ser guías y estar disponibles emocionalmente para ellos, ser congruentes y consecuentes con nuestro pensar /actuar con las exigencias y límites que ponemos. Sólo estando nosotros sanos emocionalmente.
Cuando nos abrimos a la posibilidad de que vuestros hijos no tienen nada malo que cambiar para hacernos la vida más fácil a nosotros, nos encontramos con un mundo de amor incondicional que nos beneficia a todos. Cuando nos damos la oportunidad de ver la posibilidad de que quizás, los que tengamos que solucionar algo no resuelto a tiempo en el pasado somos nosotros, nos abrimos a un mundo donde la comprensión y la empatía marcan la diferencia.
La sabiduría pura que mantienen los niños son una fuente de inspiración para nosotros como padres, hermanos, abuelos, tíos, familiares, profesores, maestros, con cada uno de sus actos y palabras nos enseñan y nos hacen recordar que es necesario respetar y tratar con amabilidad a los demás. Cuando aprendemos a ser amables con todos y cada uno de los habitantes de este planeta todo se convierte mágicamente en interacciones armónicas.
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Están tan llenos de vida y energía que su actitud es contagiosa. Todo les entusiasma y les hace ilusión. Estimular su curiosidad nos hace toparnos con el mundo que nos rodea y prestar atención a detalles que antes pasábamos por alto. Nos dan una nueva percepción del mundo. Los niños nos muestran que hay un mundo mejor que el nuestro: el suyo, más ingenuo y más sano. Con ellos aprendemos que el mundo no es tan lógico como nos lo representamos, que no somos tan consecuentes con nuestras ideas como creíamos, y que la vida está llena de sorpresas.
Todos los niños son portadores de un cambio, ya que a través de sus conductas ellos sacan a la luz todo lo que está oculto en lo más profundo de nuestra sombra. Todo lo temido, negado o resistido por una generación aparece en las siguientes muchas veces potenciado. Los niños nos dan la oportunidad de sanar nuestras heridas, ver nuestros errores y modificarnos, ya sea en el ámbito familiar, ya sea en el escolar y planetario. También nos muestran nuestros dones, recursos y potenciales dormidos. Si sabemos aprovechar la oportunidad que nos traen de su mano, podremos generar el cambio que estamos necesitando.
“Cada palabra, silencio, acción, de nuestros hijos contiene un mensaje. Somos nosotros quienes debemos abrirnos para descifrarlo. Aprendamos a comunicarnos desde el corazón, sin encasillarlos, tratando de conocer y respetar su individualidad. Y sobre todo tengamos el coraje de madurar, de ocupar nuestro lugar de adultos y revisar cada una de nuestras creencias hasta encontrar una mirada nueva que nos vincule con nuestros niños desde un lugar más vital y verdadero”
Gracias a ellos llegamos a conocernos y a entrar en contacto con nuestro propio niño interno.
APRENDAMOS DE NUESTRA INFANCIA.
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Siempre se le ha enseñado a las personas a actuar pensando con la cabeza, muchísimas veces se nos dijeron frases como la siguiente: “para qué tienes la cabeza”, enseñando entonces, que uno debe actuar guiado solo por la lógica o la razón y no por los sentimientos internos, ni la intuición o el corazón.
Es solo internamente donde radica nuestra sabiduría, no inteligencia ni conocimiento, sino sabiduría interior, la que nos conecta con la sabiduría y la mente universal.
Nos desconectamos de esa sabiduría interior en la infancia, en realidad nos enseñan a desconectarnos y nos ayudan a hacerlo lo mejor posible, en algunos casos lo hacen los adultos que se hicieron cargo de nosotros.
Cuando éramos pequeños, ellos hicieron su labor basándose también en su propia formación cuando niños, es algo que va arrastrándose y detrás del enojo que recibimos muchas veces se esconde un profundo dolor y en algunos casos se había perdido la paciencia, atención, amor, afecto y por ser vulnerables e indefensos ante sus acciones, hoy tenemos en ciertos aspectos un Niño Interno abandonado, herido y con carencias afectivas.
Las constantes críticas, juicios y desaprobación que recibimos de los adultos cuando éramos pequeños crea en nosotros una sensación de ser imperfecto, tener poca valía y ser indigno de amor, esa sensación es con la que cada persona empieza a construir su autoimagen y amor propio.
En muchos casos al no contar con armonía, calidez, falta de atención en el hogar en el que vivíamos cuando éramos pequeños, por primar la tensión y hostilidad en él, adicionado con recibir continuamente desaprobación y críticas, dejamos entonces de encontrar bienestar en nuestro interior y nos exiliamos para buscar satisfacción, aprobación y una sensación efímera de paz solo en el exterior.
La parte racional nuestra, a la que llamaremos Adulto Interior, prefiere protegerse de sentir las heridas del Niño Interior, pues le enseñaron a pensar con raciocinio para actuar, antes de consultar con sus sentimientos e intuición, por lo que se desconecta de él y prácticamente lo abandona.
Cuando dejemos de buscar el amor, la aprobación y la aceptación fuera y nos hagamos responsables de nosotros mismos y de proporcionarnos bienestar y felicidad es cuando empezamos a recuperar nuestro poder interior.
La Conexión Interior se realiza cuando ambas partes actúan juntas, el Adulto decide aprender de las heridas del Niño Interior, se hace cargo de ellas y de él, empieza a tomarle en cuenta y ayuda a su proceso de sanación.
Nos conectamos cuando tomamos atención a nuestros sentimientos y presentimientos, aprendemos y actuamos en consecuencia de ellos, prácticamente cuando el Adulto es amoroso con el Niño Interior, se hace cargo de él y atiende sus necesidades.
Todos quisiéramos tener relaciones maravillosas, nutritivas y vivir conectados con los demás, pero es indispensable para conectar verdaderamente con los demás conectar primero con nosotros mismos.
TU NIÑO INTERIOR
Todos tenemos un Niño Interno que es la parte nuestra que viene acumulado todas las emociones de nuestra infancia, tanto las positivas como las negativas, y si no somos conscientes de ello podemos aprender lo que nos causa dolor y sanar. Pero a veces queremos desconectar con las emociones negativas y no responsabilizarnos de ellas, y en realidad lo que hacemos es desconectarnos con nuestro Niño Interior y lo dejamos abandonado a su dolor.
Nuestro Niño Interior como cualquier niño tiene una gama completa de emociones: alegría, dolor, felicidad, tristeza, entusiasmo, rabia, etc. Es también nuestra parte instintiva y los sentimientos que son viscerales, algunos les llaman el inconsciente; pero podría ser inconsciente solo porque se le presto muy poca atención, pero si decidimos cambiar eso y aprender de él, es una parte nuestra de la que podemos ser totalmente consientes. En nuestro Niño Interior están todos nuestros sentimientos, nuestros recuerdos, y nuestras vivencias de la infancia, a los que podemos acceder si deseamos aprender y crecer junto con él.
Nuestro Niño Interior reside en el centro de nuestro cuerpo, en el tercer chakra en el plexo solar, por eso está tan relacionado con nuestro Niño Interior con nuestro poder personal. Cuando crecemos confiando en nuestra sabiduría interior, en nuestras emociones, en nuestros sentimientos y pre-sentimientos, permanecemos conectados siempre y nuestro Niño Interior es amado por el Adulto Interior, por lo que es muy fácil sentir amor hacia nosotros mismos y hacia los demás y nuestro poder interior está siempre presente.
Nuestro Niño Interior puede actuar de dos maneras, cuando está siendo amado, atendido y escuchado por nuestra parte racional, nuestro Adulto Interior o cuando no es amado y es abandonado.
EL NIÑO CUANDO NO ES AMADO
Cuando el Adulto Interior escoge no ser responsable de las heridas del Niño y prefiere no vivenciar sus sentimientos y su dolor, además que maltrata al Niño de la mima forma que fue maltratado por los adultos que se hicieron cargo de él, avergonzándolo, humillándolo, criticándole, descuidándole, rechazándole y abandonándole; entonces el Niño llega a la conclusión de que es malo, erróneo, indigno de ser amado, insignificante, inadecuado, pues de lo contrario sería amado y no abandonado, en primer lugar por los adultos externos (padre, madre, maestros, abuelos, etc.) y luego por el Adulto Interno (tú). El abandono y por ende la desconexión produce en el Niño un profundo dolor, sentimientos de miedo, culpabilidad, soledad, rechazo y vergüenza. Más tarde con el tiempo proyecta esos sentimientos en los demás, por eso cada relación actúa como espejo, cada vez es una oportunidad de aprender, actuar y sanar las heridas de nuestro Niño Interior.
El Niño Interno no amado y abandonado tiene un constante miedo a ser incorrecto y rechazado, cree que ese rechazo viene de ser incorrecto, por eso intenta actuaciones para buscar la aprobación y aceptación de las personas buscando patrones de conducta que le permita crear una nueva identidad y sentir que está conectado y es amado. Así nace el EGO, el YO FALSO.
Cuando el dolor interno es extremadamente fuerte, el Niño se hace adicto a sustancias o procesos, tales como la adicción al alcohol, las drogas, la nicotina, la comida, el azúcar, la cafeína, la televisión, los deportes, los juegos al azar, el gastar dinero, la meditación, las cirugías estéticas, los tratamientos estéticos, etc. Solo para llenar el vació y apalear ese dolor interno.
Mientras el Adulto Interior maltrate al Niño Interior, éste tiene que buscar llenar ese vacío intentando recibir la aprobación, aceptación y amor de afuera, de otras personas, y lo hace adoptando distintos roles, pero cualquier camino que tome ninguno de ellos funciona de verdad, puesto que mientras exista la desconexión interna es imposible conectar con otras personas.
EL NIÑO CUANDO ES AMADO
Cuando el Niño Interno es amado no necesitamos buscar amor y aprobación afuera, por lo tanto tampoco necesitamos buscar nuevas actuaciones para crear una nueva identidad, entonces nuestro estado natural es de espontaneidad, creatividad, entusiasmo, ingenuidad, y el sentido de asombro. Cuando conectamos con nuestro Niño Interno nuestras emociones en la escala emocional suben de manera natural y empezamos a disfrutar de la alegría de vivir. El Niño amado es enérgico, lleno de amor, de pasión, de alegría, de curiosidad y siempre está abierto a recibir nuevas ideas y experiencias.
Cuando el Adulto y el Niño están conectados, nuestra intuición funciona perfectamente, nuestra creatividad se expande, nuestra sensación de simplemente SER cobra gran fuerza e inicia un profundo sentimiento de confianza en el proceso de la vida y en su sustento.
Cuando el Niño fue amado por sus padres y adultos en la infancia o fue re-paternizado con amor por el Adulto Interno entonces empieza a fluir en la vida sin crear resistencia a su propio bienestar. En la conexión entre Niño amado y el Adulto amoroso se encuentra la sabiduría interior y la conexión con la mente universal.
Es en el Niño amado donde se encuentran los sueños de nuestro YO ESENCIAL; porque sabe de manera autentica qué puede hacernos felices verdaderamente.
Las personas que no están en contacto con su Niño Interior no tienen acceso a ésta fuente de información y a la sabiduría interior.
TU ADULTO INTERIOR
El Adulto Interior es nuestra parte lógica y racional, conectamos con él al actuar con la guía del hemisferio cerebral izquierdo, el Adulto es la mente consiente y el intelecto.
El Adulto puede ahora optar por protegerse del Niño, al no involucrarse con su dolor o aprender de él, la conexión interior se da cuando el adulto decide conocer y aprender del dolor del Niño y reivindicarlo.
Depende ahora del Adulto Interior el realizar la tarea de re-paternizar al Niño Interior, sanar sus heridas y reemplazar por la verdad todas esas creencias falsas que ha adoptado, esto será posible solo cuando el Adulto Interior haya optado por ser amoroso con el Niño Interior, tenga la intención de aprender de su dolor y sea constante.
EL ADULTO CUANDO ABANDONA AL NIÑO
El Adulto Interior abandona al Niño cuando quiere protegerse de él y de vivenciar su dolor; entonces el miedo, la tristeza, la soledad, la vergüenza, los sentimientos de culpa y el vacío interior se apoderan del Niño, su intensidad lo hace muchas veces insoportable, pero al desligarse de la responsabilidad del dolor también el Adulto rechaza hacerse responsable de lo que hace feliz y llena de alegría al Niño.
Muchas veces el Adulto actúa de la misma manera que actuaron los adultos externos (papás, abuelos, tíos, maestros) cuando es crítico, hace juicios de valor, echa culpas, avergüenza y maltrata al Niño, prácticamente copia la misma postura y actitud. El Adulto Interior cuando no ama al niño es esa voz interior que le miente diciéndole que es malo, incorrecto, indigno, insuficiente, tonto, egoísta, insignificante y lo invalida.
El Adulto no amoroso intenta controlar al Niño diciéndole que debe actuar de cierta forma, no importa si ésta es de su agrado o no, y que si no lo hace nadie lo querrá, además que también debe ser complaciente y sonreír continuamente para ser aceptado, aprobado por los demás y así, tal vez alguien lo quiera, pero principalmente le dice que no puede ser el mismo, porque si alguien descubre cómo es de verdad, nadie lo querrá jamás porque tal cual es no es digno de amor.
El Adulto toma decisiones unilaterales, sin consultar las necesidades y deseos del Niño, el Adulto menosprecia su importancia y actúa intentando mantener bajo control al Niño y sus necesidades para que éstas no salgan a la superficie.
El Adulto sigue al pie de la letra las reglas que encuentra en la sociedad y en su familia de origen y sin analizarlas las impone al Niño, negando la valía de éste, su importancia y sus necesidades primordiales. Nuestro Adulto Interior puede perpetuar la falta de amor que vivimos de niños al seguir imponiendo esas reglas inflexibles y las falsas creencias que hoy nos quitan poder.
El Niño Interior al ser abandonado por el Adulto actúa de manera destructiva, proyectando todo su dolor en las otras personas, actuando con violencia física o emocional, con timidez, mintiendo, robando, avergonzando, siendo muy rígido, manipulador, echando culpas, etc. El Adulto se ha deslindado de la responsabilidad de las heridas del Niño abandonándolo para que él intente cubrir sus necesidades por medio de otras personas o de adicciones.
El Niño queda con el sentimiento de falta de amor y abandono y llega a la conclusión de que es malo, incorrecto, indigno de amor, defectuoso, insignificante, inadecuado e insuficiente y estas falsas creencias producen sentimientos de miedo, de culpa, de vergüenza y de soledad.
El Adulto que abandona al niño es una fiel copia del comportamiento de nuestros padres, abuelos, maestros, hermanos mayores, tíos, y niñera si la tuvimos. El Adulto actúa de la misma forma, avergonzando, mintiendo, rebajando y maltratando al Niño, tal cual lo hicieron los adultos externos cuando éramos niños perpetuando así el dolor y maximizando la desconexión.
Es por eso que nuestro dialogo interior (Adulto y Niño) es muy similar al diálogo que mantuvimos con los adultos con los que pasamos más tiempo, incluso podemos escuchar las mismas palabras que utilizaban ellos a referirse a nosotros. Hemos tomado como modelo la forma como nuestros padres se relacionaron con nosotros, y lo más probable es que nos hayan paternizado a partir del dolor de su propio Niño Interior y de su Adulto no amoroso, por lo que se convirtió en nuestro modelo a imitar para las actuaciones de nuestro Adulto Interior.
TU ADULTO CUANDO AMA A TU NIÑO
El adulto que ha optado por aprender del Niño es la parte poderosa y valiente de nosotros, que es ética y que actúa con integridad. El Adulto cuando ama al Niño está comprometido completamente a re-paternizarlo y esa fuerza de voluntad y decisión es la que proporciona los resultados deseados en un proceso de transformación personal.
Dentro de ese Adulto amoroso está la valentía que se necesita para poder mirar dentro de nosotros mismos, ser pacientes, aprender de viejas heridas, sanar y cambiar lo negativo aprendido por positivo, es el Adulto Interno el padre/madre que siempre soñamos tener, capaz de defendernos, consolarnos cuando estemos asustados o tristes, entender nuestras reales necesidades y sueños; y que ahora puede hacerse cargo de nosotros.
Es este Adulto el que tiene que llevar a la acción las necesidades y deseos del Niño, siempre que no ponga en riesgo su dignidad y la de los demás. Es cuando el Niño está cansado cuando el Adulto deja de trabajar, apaga la luz y se van a la cama; es cuando el Niño tiene hambre el Adulto prepara la cena y ambos la disfrutan; es cuando el Niño tiene ganas de compartir con alguien cuando el Adulto toma el teléfono y hace una llamada.
¿CÓMO EL ADULTO PUEDE APRENDER DEL DOLOR DEL NIÑO?
Cuando el Adulto amoroso se comprometió a aprender del dolor del Niño y a re-paternizar lo hace tomando total atención a cada sensación o emoción que tenga él, tanto a las negativas como a las positivas, es en ellas donde radica la memoria emocional del Niño que lo lleva a vivenciar nuevamente las experiencias que le causaron dolor o alegría en el pasado, cuando éramos niños, así que cuando el Niño está asustado el Adulto le pregunta por qué, a qué le tiene miedo y a qué o quién le recuerda. Cuando el Niño confía en el Adulto y se ha abierto a compartir su dolor y a recibir su ayuda, no retendrá nada y el Adulto podrá obtener toda esa información que necesita para actuar, sanar las heridas del Niño y empezar con el cambio. Y así con cada emoción que cause dolor (tristeza, vergüenza, culpa, soledad, sentimiento de rechazo, etc.).
Lo mismo que con lo que le hace feliz, es una excelente fuente de información para descubrir nuestra pasión en la vida y nuestros sueños.
Al comprender esto, podemos empoderarnos y tomar las riendas de nuestra niñez y de nuestra adultez, para que caminen juntas y no traten de interponerse ni sobreponerse la una a la otra; y de esta forma estar disponibles emocionalmente para nuestros hijos y ser la guía que ellos necesitan; desde nuestra seguridad y nuestra salud interna.
Gracias muy bellas palabras ,nosotros construimos ,lo que van ser cuando grande los niños.
Así es como debe ser, infinitas gracias por este artículo, lo recomiendo, todo padre y toda madre debería leerlo