“Las más grandes alegrías, las alegrías espirituales, no tienen
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tanta expresión física, porque las emociones, las sensaciones
más elevadas son a menudo imperceptibles. Se viven como
comprensión, como plenitud, como silencio, y son
indestructibles. Es de estas alegrías de las que habla Jesús
cuando anunció a sus discípulos: «Os volveré a ver, y vuestro
corazón se regocijará y nadie os arrebatará vuestra
alegría.»
«Os volveré a ver…» Jesús hablaba evidentemente de un
reencuentro interior que es una fusión con el mundo divino. Es
necesario estudiar, orar, trabajar durante mucho tiempo para que
esta fusión se realice. ¿Por qué Jesús proyectó este
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encuentro en el futuro? ¿Por qué no enseguida? Porque es
necesaria una larga preparación. Pero una vez terminada esta
preparación, es definitivo, y es por ello que añade: «Nada os
arrebatará vuestra alegría.» Jesús expresa todavía esta idea
bajo otra forma cuando dice: «Si alguien me ama, guardará mi
palabra y mi Padre lo amará; vendremos en él y haremos nuestra
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morada en él.»”
Omraam Mikhaël Aïvanhov
