Extracto del libro de Rudolf Steiner
¡Nuevo Libro!
Clic en tu ubicación:
La persona que quiere alcanzar conocimiento del mundo espiritual deberá reservar momentos de su vida para ensimismarse con quietud y en soledad, mas no para abandonarse a los asuntos de su propio yo, pues esto produciría efectos contrarios a los deseados, sino para volver a sentir en su alma, con toda quietud, lo experimentado en el mundo exterior. Las flores, los animales y cada una de sus propias acciones le revelarán en tales instantes secretos jamás imaginados. Así se preparará para recibir con otros ojos nuevas impresiones del mundo exterior.
“El mundo circundante nos habla de la majestad divina, de sus fenómenos, pero es necesario haber experimentado lo divino en la propia alma para descubrirlo en el mundo que nos rodea”.
Quien solo quiere gozar de múltiples sensaciones, insensibiliza su facultad de conocer; en cambio, si después del goce permite que éste le revele algo, cultivará y educará su facultad de conocer. Con este objeto, deberá acostumbrarse, no precisamente a vivir con el simple reflejo del goce, sino renunciando a nuevos goces, a transmutar lo experimentado en el goce mediante la concentración interior.
Aquí deberá sortear un grave y peligroso escollo, puesto que, en vez de trabajar realmente sobre sí mismo, puede caer en la actitud contraria de querer agotar el goce. No hay que desestimar las inmensas fuentes de error que se abren aquí para el discípulo, pues debe buscar su camino por entre múltiples seductores de su alma. Todos ellos quieren endurecer su “Yo”; aprisionarlo en sí mismo; él, por el contrario, debe abrirlo al mundo. Sin duda, él tiene que buscar el goce, puesto que sólo por su medio puede acercársele el mundo exterior. Si el discípulo se insensibiliza a éste se parecería a una planta que se encontrara imposibilitada para extraer de la tierra las substancias nutritivas. Sin embargo, si se detiene en el goce, se encierra dentro de sí: significará algo para sí mismo y nada para el mundo. Por intensos que sean entonces su vida para sí mismo y el cultivo de su “Yo”, el mundo lo rechaza; él está muerto para éste.
El verdadero discípulo considera el goce sólo como instrumento de perfeccionarse para el bien del mundo. El goce es para él como un mensajero que le informa respecto del mundo, pero después de haber recibido la enseñanza del goce, sigue adelante a realizar su trabajo. Aprende, no para acumular conocimientos como un tesoro personal, sino para emplear lo aprendido al servicio del mundo.
En toda ciencia oculta existe un principio que nadie debe transgredir si quiere alcanzar un determinado objetivo, y toda enseñanza oculta lo debe grabar en el ánimo del discípulo. Este principio dice así: Todo conocimiento que busques solamente para aumentar tu propio saber y para acumular tesoros personales, te desviará del sendero; pero todo conocimiento que busques para madurar en el empeño de ennoblecimiento humano y de la evolución del mundo, te hará progresar un paso más.
Esta ley exige una observancia inexorable. Nadie puede considerarse discípulo de la ciencia oculta sin haber hecho de esta ley la norma de su vida. Brevemente puede resumirse esta verdad de la enseñanza espiritual como sigue: Toda idea que para tí no se convierta en ideal, apaga una fuerza en tu alma; toda idea, en cambio, que se convierta en ideal, crea en tu ser fuerzas vitales”.
Editorial Rudolf Steiner. c/ Guipúzcoa 11, 1º dcha.
Gracias!!!
Me gusta el conocimiento universal