Teoría de la Curación 2 | La Energía Vital

2. La Curación es Producida por la Energía Vital

Jesús afirmó: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4:4)

La “Palabra” es la Energía Vital o la Fuerza Cósmica Vibratoria. La “boca de Dios” es el bulbo raquídeo, ubicado en la parte posterior del cerebro la cual se adelgaza progresivamente, fundiéndose en la médula espinal. Esta zona del cuerpo humano, la más vital de todas, constituye el divino portal (“boca de Dios”) a través del cual penetra la “Palabra” o Energía Vital que sostiene al hombre. En las escrituras hindúes y cristianas, la Palabra es designada con los términos de Om y Amén, respectivamente. Sólo aquel Poder Perfecto [el de la Palabra o Energía Vital] es capaz de restablecer la salud; todos los métodos de estimulación externos actúan sólo en la medida en que cooperan con la Energía Vital, y carecen de todo valor en su ausencia.

Curación Energía Vital

Curación de Acuerdo al Temperamento

Las drogas prescritas por la medicina, los masajes, los ajustes de la columna vertebral y las estimulaciones eléctricas, pueden servir de ayuda en la recuperación de la perdida armonía de las células, ya sea a través de su acción química sobre la sangre o a través de su efecto fisiológico. Estos métodos externos suelen a veces cooperar con la Energía Vital en el proceso de la curación, mas carecen de todo poder si se les aplica a un cuerpo muerto, del cual la Energía Vital se ha retirado.

Pocos son los que saben que, de acuerdo a la naturaleza particular de cada individuo – sea ésta imaginativa, intelectual, idealista, emocional, volitiva o combativa- es posible aplicar en forma especial ya sea la imaginación, la razón, la fe, la emoción, la voluntad, o el esfuerzo, respectivamente. Coué ha destacado el valor de la autosugestión *; (* El método de psicoterapia utilizado por Coué se basaba en el poder de la imaginación, y no así en el poder de la fuerza de voluntad. Recurriendo a afirmaciones tales como: “Diariamente estoy mejorando en todos aspectos”, Coué pedía a sus sujetos que las repitiesen una y otra vez, cuando sus mentes estuviesen en un estado receptivo. Su teoría era que las afirmaciones penetrarían en la subconsciencia, desplazando los pensamientos que inducían ansiedad o conducían a la enfermedad).

Más una persona de tipo intelectual no es susceptible a la sugestión, y sólo reaccionará ante una discusión metafísica acerca del poder de la conciencia sobre el cuerpo, puesto que le es indispensable comprender los “cómo” y “por qué” del poder de la mente. Si un individuo de esta naturaleza aprende, por ejemplo, que a través de la hipnosis es posible producir ampollas en el cuerpo –como lo afirma William James en sus Principios de psicología- podrá asimismo comprender el hecho de que la mente sea igualmente capaz de curar una enfermedad. Si la mente es capaz de alterar la salud, es asimismo capaz de restablecerla. Las diferentes partes del cuerpo han sido desarrolladas a través del poder de la mente: es ella la que supervisa la formación de las células corporales y puede también revitalizarlas.

La autosugestión es igualmente de poco valor en un individuo dotado de una voluntad poderosa. Este tipo de persona puede sanar de una enfermedad mediante la aplicación de afirmaciones capaces de estimular su voluntad en lugar de su imaginación. Mas la autosugestión tiene su aplicación en quienes están dotados de un temperamento fundamentalmente emotivo.

El Poder de la Emoción y de la Voluntad

Es conocido el caso de cierto individuo mudo, que recuperó la facultad de hablar al huir de un edificio en llamas. La aguda impresión emocional recibida ante el espectáculo de las llamas, le llevó a gritar: “Fuego! Fuego!”, olvidándose de que hasta entonces no había sido capaz de hablar. El impacto de la violenta emoción conquistó su subconsciente “enfermedad-hábito”. Este suceso constituye un ejemplo ilustrativo acerca del efecto del poder de una atención intensamente focalizada.

Encontrándome en plena travesía India y Ceylán, durante mi primer viaje marítimo, me vi súbitamente acosado por un acceso de vómitos y mareo. El incidente me perturbó bastante, pues hizo presa de mí sorpresivamente, precisamente cuando me encontraba disfrutando de mi primera experiencia en una habitación flotante (mi camarote) y una aldea que navega.

Decidí entonces no volver a permitirme jamás caer víctima de semejante treta de mi organismo. Adelantando un pie, lo fijé firmemente sobre el suelo de mi cabina, y le ordené a mi voluntad no volver nunca a aceptar la experiencia del mareo. Y aun cuando posteriormente volví a viajar por mar en numerosas ocasiones – durante un mes entre Japón y la India, cincuenta días entre Calcuta y Boston, y veintiséis días entre Seattle y Alaska – jamás volví a ser presa del mareo

Energía Vital

Estimulación de la Energía Vital

Los poderes de la voluntad, la imaginación, el razonamiento y la emoción, no pueden por sí solos efectuar curación física alguna. Ellos operan solamente como agentes diversos, los cuales, de acuerdo al temperamento de cada individuo, pueden estimular la energía vital; mas es ésta quien sana la enfermedad. En un caso de parálisis del brazo, por ejemplo, si la voluntad o la imaginación son estimuladas en forma continua, la energía vital puede fluir repentinamente a los tejidos enfermos. restableciendo la normalidad del brazo.

La repetición de las afirmaciones debería realizarse en forma firme y continuada, con el objeto de que la fuerza de la voluntad, de la razón o de la emoción, posea la intensidad suficiente como para estimular la energía vital inactiva, recanalizándola hacia las funciones normales. Jamás se debería despreciar la importancia de los esfuerzos repetidos con una profundidad cada vez mayor.

Cuando se planta un árbol, el éxito de la empresa depende de dos factores: la potencia de la semilla y las condiciones del terreno. Asimismo, cuando se trata de sanar una enfermedad, dos factores son esenciales: el poder del terapeuta y la receptividad del paciente.

He aquí dos citas bíblicas que demuestran que tanto el poder del terapeuta como la fe del enfermo son necesarias: “Luego Jesús, sintiendo en sí mismo la virtud (la fuerza curativa) que había salido de él…” “Y le dijo: Hija, tu fe te ha sanado.”

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El Conocimiento de los Grandes Terapeutas

Los grandes hombres dotados de realización divina y del poder de sanar a otros, no curan las enfermedades en forma accidental, sino que aplican un conocimiento preciso.

Comprendiendo plenamente el control de la energía vital, ellos proyectan hacia el enfermo una corriente estimulante, la cual, al penetrar en él, es capaz de armonizar el flujo de dicha energía en su organismo. Durante el proceso de curación, tales hombres ven de hecho cómo las leyes psico-físicas de la Naturaleza operan en los tejidos del enfermo, restableciendo la normalidad.

Personas dotadas de un menor grado de realización espiritual también son capaces tanto de sanarse a sí mismas como a otros, dirigiendo mentalmente el flujo de la energía vital, a través de la representación visual interna, hacia la región corporal afectada.

El restablecimiento de la salud física, mental o espiritual, puede producirse en forma instantánea. La oscuridad hacinada a través de las edades en un determinado aposento, puede ser disipada en un instante, con sólo encender una luz en él, más no así luchando por ahuyentar las tinieblas. Pero nadie puede predecir en qué preciso momento será sanado, de modo que nunca se debería fijar un límite de tiempo determinado p3ra el acontecimiento. Es la fe – y no así el tiempo- lo que determinará cuando se consumará la curación.

Los resultados dependerán del correcto despertar de la Energía Vital y del estado en que se encuentren las mentes consciente y subconsciente del individuo afectado. La falta de fe paraliza la Energía Vital, obstaculizando la obra perfecta de este médico divino. arquitecto del cuerpo, y obrero maestro.

El esfuerzo y la atención son fundamentales para alcanzar el grado de profundidad en la fe, la voluntad o la imaginación, que impulsarán automáticamente la energía vital a operar la curación. Tanto la ansiedad como la expectación con respecto a los resultados debilitan la fuerza de la verdadera fe. Si el hombre no emplea su voluntad y su fe, la energía vital permanece adormecida, inoperante.

Se requiere cierto tiempo para revivificar la fuerza de una voluntad, una fe o una imaginación debilitadas, en un paciente que sufre de una enfermedad crónica, pues los pensamientos mórbidos se encuentran sutilmente grabados en sus células cerebrales.

Así como el mal hábito de la “conciencia de enfermedad” suele requerir de un largo tiempo para desarrollarse, se necesita también de un cierto tiempo para que el buen hábito de “”a conciencia de la salud” se restablezca.

Si afirmáis, por ejemplo: “Estoy sano”, mas simultáneamente pensáis, en lo más hondo de vuestras mentes, que dicha afirmación es inefectiva, el resultado será semejante al que se obtendría si se ingiriese una potente droga, tomando al mismo tiempo otro fármaco que contrarreste los efectos de la primera.

Al igual que con el uso de cualquier medicamento, cuando se emplea el pensamiento con el objeto de obtener una curación, debe tomarse la precaución de no neutralizar los pensamientos curativos mediante pensamientos negativos. Para que un pensamiento pueda operar activamente en forma exitosa, deberá estar imbuido de una fuerza de voluntad tal, que sea capaz de resistir la oposición de los pensamientos contrarios.

El Poder de las Afirmaciones Yace en la Verdad

Para que puedan ser efectivos, los pensamientos deben ser comprendidos y aplicados en forma correcta. Al penetrar por vez primera en la mente humana, las ideas suelen hacerlo en forma cruda, sin sufrir digestión alguna; para ser asimilados, requieren, pues, una profunda reflexión.

Un pensamiento desprovisto de convicción espiritual carece de todo valor. Es por esto que quienes aplican las afirmaciones sin comprender la verdad en la cual se basan, esto es, la indisoluble unión entre el hombre y Dios, obtienen resultados muy pobres; de allí que se lamenten de la carencia de poder curativo de los pensamientos.

Paramahansa Yogananda


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