Permanece en paz y serás un mejor servidor de Dios

Cada persona posee su determinado nivel vibratorio.

Los estados de ánimo vibran y lanzan sonidos y colores al espacio. Todos los estados mentales son lanzados al exterior a partir del cuerpo que los crea y van golpeando cuerpos afines como lo hacen las vibraciones emitidas por instrumentos musicales y, por ende, estas vibraciones afectan a otras mentes, para bien o para mal.

Sentimiento y mente forman el alma, a base de lo que llamamos personalidad. Cada quien adquiere y es una cifra vibratoria y actúa siempre bajo esa ecuación.

Para vivir una vida tranquila, debemos observar nuestros pensamientos, palabras y acciones, para que de nosotros fluya el Amor.

Cuando estás en paz, estas realizando un real servicio hacia tus hermanos, porque irradias una vibración en armonía, cuya cualidad permite que se sientan a salvo todos los que se encuentran a tu alrededor y luego esa misma vibración retornará a ti multiplicada.

La paz se logra con el silencio, así es, con el silencio de la mente a cada instante, para poder ver la realidad y sentirla, para llevar nuestra vida controlada debemos aplicarlo como una profunda práctica espiritual que es simplemente vivir el presente tal cual es.

Si estás tenso y ansioso, emites un mensaje subliminal acerca de que hay algo que está mal, algo para temer o confundir, algo que perturba. Las personas de tu entorno responden inconscientemente a este mensaje. O se conectan con esas vibraciones y como todo está unido lo incrementan también dentro de sí.

La tensión, el estrés y el miedo te separa de lo Divino por dentro y los problemas frecuentemente aparecen.

Cuando encuentras el nivel profundo de serenidad interior, toda la tensión en tu cuerpo se derrite, todo el miedo que contraes de algún ambiente se disuelve, en ese momento te conectas con la fuente: Dios. Estás abierto a la Luz y se presentan soluciones a los desafíos. Las puertas se abren y la vida fluye.

En un estado de calma, paz y serenidad eres como una roca. Nadie te puede lastimar ni hacerte enojar porque no atraes eso. Nadie puede aunque lo intente.

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LOS PENSAMIENTOS:

Cada instante de la vida ofrece una oportunidad para crecer espiritualmente. Esto es así porque estamos constantemente pensando y cada pensamiento aumenta o disminuye nuestra frecuencia vibratoria. Un despierto emplea sus pensamientos para crear, los observa, los controla, sabiendo que él crea el aura alrededor de sí.

En cualquier momento, si estás ansioso, puedes detenerte y concentrarte en pensamientos calmos e imaginar resultados positivos para tus desafíos. Puedes imaginar un lugar sereno. Tu mente no sabe que es imaginación cree que es real. Se cree que todo está bien y te relaja el cuerpo. Es inteligente aquel que mira a su interior y se transforma.

LAS PALABRAS:

Las palabras crean símbolos. Cada palabra que pronuncias va acompañada de energía negativa o positiva según te encuentres, que luego de expresarlas toma forma.

Tus palabras congelan, lastiman o le dan miedo a otros, las palabras de amor los fortifican, los sanan y los reconfortan. Sabemos que las palabras son poderosas, crean y traen manifestaciones físicas. Empieza a observar los símbolos que envías a otros, puesto que vuelven hacia ti y se quedan en tu aura, donde atraen más de lo mismo, porque otra gente que este cerca, inconscientemente también responderá a ellos.

En los mundos superiores se vive en el silencio, porque el Verbo crea, por lo tanto se le da ese uso solamente.

LAS ACCIONES:

Por supuesto, las acciones hablan aún más fuerte que las palabras o los pensamientos. Los despiertos hacen como a ellos les gustaría que les hicieran, por lo tanto cultivan el cuidado, la bondad, la generosidad, la aceptación, el coraje y las acciones de alta calidad. Porque saben que retornara a ellos multiplicado.

Cada uno da de acuerdo a lo que posee en su Interior, nuestra capacidad de entregar lo mejor de nosotros se mide por el nivel de Amor que contenemos en nuestro corazón, es por ello que no debemos preocuparnos que nos amen, porque cada uno da lo que tiene, y si no tiene nada para dar no será posible que esa energía fluya a alguien y se detiene para desatar en enfermedad.

Un dormido frecuentemente piensa, habla y hace sin tener consciencia de nada. Habla mal de la gente, de la guerra, enfermedades, del odio y demás basuras. Se contamina a si mismo con todo eso y a la vez lo proyecta hacia quienes estén en su entorno desprotegidos.

Desafortunadamente, muchos de ellos simplemente son seres que han decidido no conocer lo maravillosos que pueden llegar a ser o quienes son realmente, son así porque tienden a pensar que cualquier tema elevado de conversación es aburrido y que esa forma de vivir es extraña.

Si deseas ser libre, no “compres” negatividad, porque hay otra verdad. Habla de la esperanza, de la luz, de las maravillas del universo. Llena tus conversaciones con inspiración. Busca la bondad en ti para que llegue a otros. Reconoce las buenas acciones y los logros. Alégrate.

Siente que tu aura se hace cada vez más radiante y pacífica.

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Si deseas encontrar la paz interior bendice a tus enemigos. Todos somos uno. Todos somos parte de lo Divino. Nuestros enemigos vienen a nosotros como nuestros mayores maestros.

Cuando dejamos de culpar y empezamos a bendecir a otros, nuestra luz brilla y la serenidad interior se profundiza.

Para hallarnos en paz debemos tomar plena responsabilidad por nuestra vida. No podemos estar en paz si le damos a otro el poder de herirnos, de frustrarnos o hacernos sentir ilimitados. Dar el poder a otros significa caer en sus estados de ánimo, contagiarse con su negatividad, devolver con lo mismo. Si culpamos a otro por lo que han hecho sus acciones en nuestra vida o por cómo nos sentimos, somos víctimas. Las víctimas no avanzan espiritualmente se paralizan.

Un Despierto dice: “Sucedió esto. ¿Cómo he permitido que entre en mi vida? ¿Cuál es el aprendizaje?” se arrepiente y hace algo al respecto. El aprendizaje de una persona puede ser amar y aceptar a alguien o a una situación. El aprendizaje de otro puede ser decir su verdad con claridad; hay quien puede necesitar un desafío o aun luchar por sus derechos. Cada uno debe ir hacia adentro para entender las pruebas que aparecen y manejarlas apropiadamente.

Para un despierto, cada situación simplemente es. El perro muere, nace un bebé, se aleja una persona amada, se incendia una casa, hay un problema en el trabajo. Un dormido reacciona con rabia, miedo o exaltación; su humor cambia de acuerdo con las circunstancias. El humano que evoluciona se mantiene centrado.

Somos humanos y los humanos tienen emociones pero dejarlas ir, no quedarse estancado en ellas, aprender de ellas para no volver a lo mismo.

Los Maestros también lloran.  Está bien lamentarse, afligirse o alegrarse. Sin embargo, los Maestros rápidamente vuelven a equilibrarse. No gastan la energía pasando de un extremo de la emoción al otro extremo, viven el instante tal cual, ven el error, aprenden de él y no lo vuelven a repetir.

El miedo o temor es el gran ladrón de la paz. El miedo es la ausencia de amor y de luz. Es el sirviente que nos recuerda que debemos aumentar la vibración de nuestros pensamientos con respecto al problema. Los Maestros les dan la bienvenida a los miedos y los enfrentan, puesto que son oportunidades para crecer.

Si te encuentras con el miedo, haz una petición a Dios. Pide por las cualidades que necesitas, pidiendo resultados positivos.

 “PIDE Y SE TE DARÁ, BUSCA Y ENCONTRARAS”

Esto te mantiene enfocado en la vibración superior y le dices al universo que estás listo para seguir avanzando.

Una vez que hayas encarado el miedo, aprendido lo que te ofreció y aumentado tu vibración, ya nunca más te enfrentarás a ese desafío de vibración baja, comenzaras a sentir paz.

Si sientes que empiezas a tensionarte, que es el resultado de comenzar a desvincularte de Dios, profundiza y concéntrate en tu respiración. Respira lentamente. Las respiraciones lentas y profundas nos conectan nuevamente, porque estamos tomando no simplemente oxígeno sino prana, que es la fuerza vital Divina. Estamos respirando a Dios.

De ahí que, respirar el humo y contaminación del aire mata el espíritu, vivir en un lugar contaminado destruye la fuerza vital y adquieres la vulnerabilidad. Si te sientes triste, ve a un sitio bello, con aire limpio y fresco, luego respira a Dios, después de algún momento traumático o problemático, vuelve a equilibrarte.

Cuando percibas personas con vibración baja o negativas, ayúdalas a que ellas aumenten su vibración sacándolas de su estado, si no desean hacerlo simplemente déjalas, y envía luz con sentimientos de amor hacia ella.

Si realizas estos simples pasos, de a poco y con mucha paciencia lograras un poco avanzar y si decaes te vuelves a parar, nunca te rindas.

¡Querido hermano, vive en la paz de Dios!

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