El secreto de abrazar los árboles y andar descalzos

A pesar de lo saludable que es la naturaleza para nosotros, nos hemos distanciado de ella. Nos movemos el 95% del tiempo en mundos artificiales que nos hemos creado: oficinas, centros comerciales, aeropuertos…un mundo de acero y cemento que nos cierra el paso al mundo natural. Solo un tercio de los niños actuales pueden distinguir cinco plantas aromáticas, una séptima parte conocen el nombre de cinco aves migratorias y una octava parte pueden reconocer un árbol por sus hojas.

La naturaleza nos es muy cercana. Lo que sucede es que no nos damos cuenta porque nos hemos cerrado completamente el camino hacia el verde debido a nuestro día a día lleno de estrés. Como contrapeso de la continua tensión diaria y del papel que debemos cumplir en la sociedad, necesitamos más que nunca de períodos de conexión con este maravilloso reino.

La experiencia en la naturaleza tiene un papel importante en este sentido. Numerosos estudios confirman lo esenciales que resultan las plantas y los árboles para nuestro bienestar corporal y psíquico.

El contacto con la naturaleza regala a cuerpo y alma un descanso en todo tipo de climas, incluso en las estaciones más frías. Investigadores coreanos han descubierto cómo beneficia el aire del bosque al sistema cardiovascualar. 43 mujeres mayores pasearon diariamente una hora por el bosque mientras 19 lo hacían por la ciudad. Antes y después del paseo se les controlaba la tensión arterial, la capacidad pulmonar y la elasticidad de las venas. Las mujeres que pasearon por el bosque tuvieron una baja significativa de la tensión, la capacidad pulmonar aumentó y la elasticidad de la venas mejoró. No hubo ningún cambio en aquellas que pasearon por la ciudad.

Investigadores del Nipon Medical School de Tokio descubrieron que el caminar por el bosque activaba las células defensivas killer y que ese efecto se mantenían hasta siete días después de haber hecho el paseo. Los investigadores sospechan que el efecto se debe a los llamados fitoncidas, sustancias volátiles y no volátiles producidas por plantas y árboles. Una suerte de aromaterapia natural in situ, que relaja y activa el sistema inmunitario.

Los convalecientes también deben valorar el poder curativo del bosque. Haciendo una encuesta a 335 pacientes en rehabilitación en diez centros enclavados en zonas boscosas, más de tres cuartas partes reconocieron que los paseos por el bosque eran de las cosas que más les habían ayudado a su recuperación.

Recientes investigaciones avalan las funciones del árbol en la salud física y psíquica de los hombres. Los paisajes urbanos sin árboles propician una mayor angustia, tristeza, irritación o estrés. Incluso con criterios empresariales se utilizan las plantas y los árboles porque favorecen el bienestar y la concentración y se aconseja su presencia en los puestos de trabajo para aumentar la productividad y el bienestar.

La inspiración científica y poética ha anidado siempre al pie de los árboles para los poetas y filósofos de todos los tiempos.  Los beneficios espirituales que percibimos, casi siempre de forma inconsciente, nos hacen regresar una y otra vez a la dulce paz de los bosques.

Bajo las copas de los árboles se crea un clima interior especial, un clima terapéutico.

¡Grandes bendiciones son las que recibimos de la Madre Naturaleza!

El secreto de abrazar los árboles y andar descalzos

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